No hace tanto, un uso no autorizado de la conexión a internet podría fácilmente pasar desapercibida al no haber un número de equipos muy elevado conectado a la red. Sin embargo, en la era de los móviles, tabletas y demás dispositivos accediendo a la red, una conexión adicional nos puede tirar abajo la conexión. El acceso no autorizado a las redes inalámbricas es muy común, y lo peor del asunto es que en la mayoría de las ocasiones no se detecta.
El primer síntoma: esto va muy lento
Si uno ha llegado a preocuparse por la integridad de su red, será porque ha notado un considerable descenso en la velocidad de internet, y en especial durante el prime time (después de cenar). No sirve de nada confiarse en la instalación que ha llevado a cabo nuestro proveedor de internet y las contraseñas utilizadas, puesto que esta barrera de acceso puede ser fácilmente franqueada; basta con una rápida búsqueda en Google con los términos hack wifipara entender la dimensión del asunto.
¿Quién se ha conectado a mi red exactamente?
Por fortuna, existen una multitud de herramientas gratuitas con las que podremos monitorizar el acceso como es el caso de Fing, una app multiplataforma que nos dirá en un barrido qué dispositivos están conectados. En el listado veremos algunos claramente, como los móviles de todos los miembros de la familia, y otros más dudosos como los equipos de domótica que se hayan conectado a la red (bombillas, interruptores, etc.). Si al final del listado encontramos algún sospechoso o que indique claramente un modelo de ordenador o tableta que nadie tiene en casa, habremos dado con el vecino usurpador. El acceso no autorizado a nuestro WiFi tiene potencialmente más consecuencias de las que inicialmente podamos intuir: no es solo que la velocidad de acceso disminuya, sino que este usuario puede utilizar nuestra red para actividades delictivas y si el asunto termina en los tribunales, es difícil explicar que se trataba del vecino.
Evitar nuevos accesos
La mayoría de los ataques se producen en equipos que llegan con la configuración de fábrica y cuyas claves no han sido modificadas por el usuario. En este sentido, lo más recomendable es cambiar también la contraseña de acceso al propio router y huir así del conocido admin que emplean un gran número de fabricantes. La segunda medida consistirá en asegurarse que la red inalámbrica cuenta con el mayor nivel de cifrado posible, a saber, WPA2, y por último, hacer un barrido cada cierto tiempo de los dispositivos conectados a la red para aseguramos de que no hay accesos indeseados pese a todas las medidas. En este sentido, algunas marcas especializadas en seguridad en la red, como es el caso de McAfee, ofrecen al usuario plataformas seguras mediante las cuales, y a través de una app en el móvil, tengan un control absoluto de todo lo que sucede en su red sin volverse loco con complejas configuraciones.